En
el mundo actual hay unos mil millones de personas que apenas
consiguen la alimentación necesaria para llevar una vida saludable y
productiva. Las circunstancias son del todo diversas. En algunos
casos quienes la padecen son personas refugiadas por razones de
conflictos militares, políticos o ambientales, en otros, son
víctimas de desastres naturales, como inundaciones, sequías,
terremotos o huracanes. También hay que añadir la falta de
infraestructura agrícola y la sobreexplotación del medio ambiente.
No resulta extraño pues, que, a veces, esta combinación de factores
negativos se convierta en un círculo vicioso que se perpetúa.
A nivel mundial, el Índice Global del Hambre 2013 tiene un valor de 13,8, lo que indica una grave situación de seguridad alimentaria y nutricional. Sin embargo, en 1990, el GHI global fue de 20,8, lo que significa una disminución de casi 34 por ciento en los últimos años.
De
acuerdo con el 2013 GHI, el hambre sigue siendo más prevalente en
Asia
Meridional:
con 20,7 la situación aquí es "alarmante". Siguiendo su
ejemplo, con 19,2 es el África
Subsahariana.
Esto significa que, por la primera vez, el África subsahariana ha
quedado en
bajo la marca de 20 puntos y su situación está clasificado en la
mejor categoría "grave".
En
Europa Comunidad
de Estados Independientes,
y Latinoamérica
y
el
Caribe
la
situación es mucho mejor: con un valor de 2,7 y 4,8 el hambre no es
muy frecuente en estas regiones.
Las
mayores ganancias se registra en los países de Asia
del Este
y
del Sureste
Asiático
así
como en América Latina y el Caribe. Sus valores han mejorado en más
de un 50 por ciento desde 1990. En tres países la situación de
hambre es muy alarmante: Burundi,
Eritrea,
y las Comoras.
Ellos
"llevan" la lista de países de hambre y de puntos con
valores superiores a 30 a una necesidad urgente de una acción.
Tailandia
y
Vietnam,
por el contrario, fueron capaces de mejorar sus valores GHI desde
1990 en más de un 70 por ciento.